NECESARIOS COMO EL AGUA
Con los tiempos que corren, ya es difícil que una antología siente cátedra literaria ni que proporcione la posteridad a los autores que recopila. Este fenómeno se debe más a la gran cantidad de antologías que se realizan anualmente en nuestro país que a la intención de éstas. Todas quisieran ser la verdadera, pero otro propósito más directo las justifica. Con la disparidad de criterios que se usan para las antologías (joven, mujer, catalán, suicida, chino), lo que buscan es la especialización, ofrecer al lector de una literatura concreta una selección de lo que le gusta leer, ahorrarle el trabajo y el dinero de comprar tantos libros y poder leer a varios autores que le van a gustar (según sea joven, mujer, catalán, tenga intenciones de suicidarse o una novia oriental) en un mismo libro. Se ahorra tiempo, sí, pero ni espacio ni dinero porque al final se adquiere más obra de los poetas que gustan.
Lo mismo sucede con la nueva antología Poemas para cruzar el desierto de Ángel Sierra. El editor muestra total desesperanza por escribir el prólogo de la antología, texto que, si bien es cierto que la mayoría prescinde de leer -afirma el responsable de esta selección poética-, no es menos cierto que es uno de los pocos textos imprescindibles en una antología, precisamente por lo necesario de explicar los criterios de selección de autores y poemas, así como de explicar la necesidad de una antología como la presente en el panorama literario actual. Ángel Sierra defiende a los autores de Poemas para cruzar el desierto como los poetas cuya filosofía de ver la vida y la poesía les une en el denominado género literario del «realismo sucio», además de ser muchos autores de la editorial. Y es que la editorial ovetense Línea de Fuego (Roger Wolfe, Karmelo C. Iribarren, Michel Gaztambide, David González, Antonio Orihuela) ha resucitado con esta compilación poética después de unos años en barbecho. Cristina Peri Rossi, Luis Felipe Comendador, Juanjo Barral, Manuel Vilas, Vicente Muñoz Álvarez, Violeta C. Rangel, Vicente Mora o Pablo García Casado son algunos poetas, además de los anteriormente enumerados entre paréntesis, que completan esta antología, amén de otros autores, sobre todo extranjeros con relación con España, desconocidos para el lector español.
El trabajo de Ángel Sierra completa, por ejemplo, la antología Feroces de Isla Correyero que en 1998 dio a conocer otro tipo de poesía. Pero a aquella compilación le faltaba, sobre todos -y por decisión del propio autor-, Roger Wolfe que, aunque no ha sido el introductor del «realismo sucio» en nuestro país, sí que es el poeta mejor considerado del género. El introductor de éste género en España, Eladio Orta, también está incluido en Poemas para cruzar el desierto y muestra lo mejor de este estilo, conservado en la sombra de la casi total anonimia en el norte. Pero ésta no es una antología de poetas del estilo que encumbró a Bukowski sino una reunión poética de autores que se expresan de otra forma, que hablan de otras cosas y que hacen una literatura más de la calle, más popular. Algo así como los antípodas de otros autores como Vicente Gallego, Carlos Marzal o Martín López-Vega, metafísicos ellos, pero igual de respetables unos y otros. Y es que a medio camino entre un extremo, como puede ser David González, y otro, como Carlos Marzal, están poetas de la más limpia rama de la denominada «poesía de la conciencia». Y para no ahondar más en interminables definiciones y enumeraciones de corrientes literarias y autores, lo mejor será aceptar la antología Poemas para cruzar el desierto como un nuevo trabajo a tener en cuenta.